El jarabe es género musical, lírico y dancístico disperso
en un territorio extenso de México. Como cultura musical se apropió y se
resignificó es espacios regionales dotándolo de características propias en sus
formas de ejecución e instrumentación; para el caso de los Balcones de la
Tierra Caliente, este proceso no quedo exento. El presente trabajo consiste en
la descripción de la estructura musical del jarabe de los Balcones de la Tierra
Caliente, a partir de una serie transcripciones, entrevistas y trabajo
etnográfico en la comunidad de El Cirián, municipio de Tacámbaro, Michoacán.
La información oral fue recopilada, principalmente, de
una familia en particular de apellido Santoyo Díaz. Dicha familia, da cuenta de
las formas de baile empleadas, del uso de la lírica regional y esencialmente,
de las secciones implícitas en el jarabe; estas últimas, contribuyeron en
nuestra propuesta sistémica en torno a la estructura musical del género en cuestión.
En ese sentido, el objetivo del trabajo consiste en la aproximación a la
estructura del jarabe de los Balcones de la Tierra Caliente, puesto que en la
historiografía regional no existen trabajos que contemplen como proceso de
estudio al jarabe y por consecuente, no han realizado esfuerzos para su
identificación como un género musical, lírico y dancístico con un estilo de
ejecución particular de la región.
Jarabe, los Balcones de la Tierra Caliente, estructura
musical y formas de baile.
The syrup is a musical, lyrical and dance genre dispersed
in an extensive territory of Mexico. As musical culture, it was appropriated
and resignified in regional spaces, endowing it with its own characteristics in
its forms of execution and instrumentation; in the case of the Balcones of the
Tierra Caliente, this process was not exempt. The present work consists of the
description of the musical structure of the syrup of the Balcones of the Tierra
Caliente, from a series of transcripts, interviews and ethnographic work in the
community of El Cirián, municipality of Tacámbaro, Michoacán. Oral information
was collected, mainly, from a particular family named Santoyo Díaz. This family
gives an account of the dance forms used, the use of regional lyrics and,
essentially, the implicit sections in the syrup; the latter contributed to our
systemic proposal around the musical structure of the genre in question. In
this sense, the objective of the work consists of an approximation to the
structure of the syrup of the Balcones of the Tierra Caliente, since in
regional historiography there are no works that consider syrup as a study
process and, consequently, there have been no efforts for its identification as
a musical, lyrical and dance genre with a particular performance style of the
región.
Syrup, the Balcones of the Tierra Caliente, musical
Structure y dance forms.
Para comenzar, se debe indicar que los Balcones de la
Tierra Caliente pertenecen a una región geográfica y cultural que van desde los
municipios de Ario de Rosales, Turicato, Tacámbaro, Villa Madero, Tzitzio y
Zitácuaro, hasta fuera de los límites políticos en San Felipe del Progreso, en
el estado de México (Martínez Ayala, 2016). Sobre estas líneas, se debe decir también
que este trabajo se centra en los Balcones que pasan por Tacámbaro, en donde se
ha realizado investigación de campo para contribuir a la estructuración
regional de uno de los géneros con mayor presencia en el territorio nacional,
el jarabe.
En el pasado, el género principal ejecutado en cada
celebración por los músicos de Tacámbaro eran jarabes, puesto que tendían a ser
los más gustados y no había quién no supiera bailarlos. Lo anterior según una
entrevista que realice en febrero del 2016, antes de que falleciera quizá el
último violinista ejecutante de jarabes en la cabecera municipal, don Juan
Valdivia Arreola†1. Dicha plática hizo
constatar que en la región y particularmente en Tacámbaro, hasta a mediados del
siglo XX, el jarabe se encontraba vivo en un contexto festivo; entre lo popular
y lo orquestal.
En la continuación de la investigación sobre el jarabe,
visitamos varias localidades aledañas y entre las “efectivas” destacaron: Las
Joyas Altas, La Parotita y Caracha, puesto que en esta búsqueda nos topamos con
músicos y bailadores que vivieron de cerca la tradición del jarabe dentro de
sus comunidades. La primera localidad que visitamos fue Caracha
—una comunidad que se encuentra a diez minutos de Chupio—, en el lugar y
después de haberlo recorrido todo preguntando por músicos viejos, conocimos a
don Luis Díaz de 83 años de edad, músico y
campesino dedicado a la siembra de la caña de azúcar, quién según cuenta,
aprendió a tocar el violín ya grande, entre los 25 y los 30 años. Don Luis
mencionó que se enseñó él solo, y que le gustaba mucho oír el estilo de la
región, por lo que decidió aprenderlo para después conformar un conjunto con
sus hijos al que llamó, “Los aventureros de Michoacán”. Dicho conjunto recorrió
gran parte de la Tierra Caliente para tocar en bailes de tabla y fiestas
familiares, además de ser el encargado para acompañar las danzas de diablos de
Tacámbaro que cada año se lleva a Carácuaro en visita del Cristo Negro en el
miércoles de ceniza.
En la entrevista que realizamos en marzo del 2018,
platicamos acerca de la música que se tocaba antiguamente por estas zonas, y
don Luis mencionaba que allí en Caracha y en La Loma —localidad de enfrente—,
se tocaban y bailaban jarabes; hay familias en estos ranchos que han sido
gusto, pues sembraban una tabla en el suelo y en sus reuniones, fiestas
onomásticas o religiosas, no podía faltar el conjunto musical quién
interpretaba puros sones, gustos y jarabes.
En la plática, don Luis nos contó al respecto.
Don Luis Díaz: Antes, las fiestas eran siempre amenizadas
por grupos de cuerda y puro baile de tabla había; puros jarabes y canciones
rancheras echaban.
Ulises Salazar Rosales: ¿Se acuerda cómo se bailaban los
jarabes?
DLD: Como no, pus zapateado y luego hasta de puntitas lo
bailaban… así paseadito y pespunteado lo bailaban.
USR: ¿Cómo era el pespunteado?
DLD: Con las puras puntas del guarache nomás, como
brincadito. Es bonito ese jarabe…
USR: Y… ¿dónde se bailaba?
DLD: Pus así… los jarabes se bailaban en el suelo,
siempre.
USR: Pero… ¿usted sí lo bailaba?
DLD: Pues poquito, te digo que yo estaba chiquitillo
cuando los veía; don Domingo Bedolla†2
puro de esos se echaba, puro jarabe. Ponían la tabla y bailaban jarabes; así
como paseadito, eso era lo que había pues en ese tiempo. Luego tocaban mucho la
botella; ¡yo nomás me acuerdo como la bailaban!
USR: ¿Se acuerda cómo iba?
DLD: Nomás me acuerdo que bailaban pespunteado y dóntaba
[sic] la botella la tenían que levantar con los pies; sin agarrarla, bueno taba
[sic] pues bonito. Era pues de anterior.
USR: Y… la letra, ¿cómo iba la letra?
DLD: Yo nomás los oiba [sic] que los cantaban pues…
[Cantando:]
Ándale compadre,
baila la botella;
que si no lo bailas
ya se va ir con ella.
¡Ándale ándale ándale ándale ándale ándale!
Imagen 1. Transcripción musical, La botella.3
Don Luis nos habló de Lorenzo
Contreras, un violinista de renombre nacido Piedra de Molino, mpio de
Tacámbaro, en 1915 aproximadamente; cuenta que don
Lencho bajaba frecuentemente a tocar con su conjunto a La Hacienda de la
Loma, en donde amenizaba con sones, gustos y jarabes
los bailes de tabla. Entre los compañeros de don Lorenzo Contreras, —el ratón, como le apodaban— estaba
Juan Guzmán en el tololoche de tres cuerdas, ejecutado con arco y Octaviano
Guzmán en la guitarra séptima4.
Ahora bien, cuando realizamos la entrevista a don Juan Valdivia Arreola†,
mencionó que don Lencho fue uno de los músicos
jaraberos más virtuosos de la región y que además habría fungido como su
maestro.
Por otro lado, la investigación hizo conocer a don Martín
Arreola de 86 años de edad, nacido en Caramécuarito el tres de julio de 1933 y
que en la actualidad radica en Las Joyas Altas, mpio de Tacámbaro. Respecto a
su formación musical, menciona que inicio a los catorce años con la ejecución
de la armonía5 y posteriormente
aprendió a tocar violín. En la entrevista que realizamos a don Martín, nos
contaba que la forma de baile del jarabe en la región se caracterizaba por ser
de inicio a fin, es decir, que la pareja que subiera a bailarlo, debía
“aguantarlo” completo; similar a como sucede en Turicato relevando el baile,
pero sin dejar la tabla sola. A decir de don Martín, la pareja de baile
“aguataba” todo el jarabe:
Don Martín Arreola: [...] Orita [sic] ya se usa que… le dan un rato y como que se cansan y le amenoran hasta que sale el gusto o el son. En el jarabe ese si iba de punta a punta.
Ulises Salazar Rosales: ¿Cómo era de punta en punta?
DMA: ¿El jarabi [sic]?
hasta que se acabara aquel jarabi [sic] que
estaban tocando, ya luego la mujer se cambiaba de aquel lado a bailar y el
hombre acá donde estaba bailando [señalando las posiciones en la tabla
intercaladas]. Una bailadora y un bailador lo bailaban ahí [en la tabla], y los
demás lo bailaban en el suelo.
USR: ¿Y cómo era bailado en el suelo?
DMA: Así nomás silencito…
Martín Herrera Pérez: ¿Cómo si fuera zapateado o diferente paso?
DMA: Como si fuera zapateado, tienen que seguir allá
[señaló al suelo] y los de la música también tiene que seguíle [sic].
USR: ¿Y a eso cómo le llamaban?
DMA: ¡Jarabi [sic] pues!
USR: Pero… al baile, ¿no le decían de alguna manera a esa
forma de bailar?
DMA: Pus [sic], unos les
llamaban que paseadito nomás.
USR: ¿Recuerda el nombre de algún jarabe?
DMA: Bueno el jarabi [sic]
aquí, nomás se les llamaba que corrientes o corrientitos.
USR: ¿Y no se acuerda como iba la tonadita?
DMA: Pus poquito… bueno, comenzaban:
Imagen 2. Entonación inicial del jarabe por don Martín
Arreola.6
[Recitando:]
Otro versito nomas,
y luego me voy saliendo;
no vaya venir mi dueña
me diga que: — ¿que ando haciendo?
¡Ándale!
El mpio de Tacámbaro es partícipe de la “Cabalgata
Morelos” que es realizada cada caño en diferentes municipios del estado y con
dirección a Carácuaro; el 22 de octubre del año 2019, participamos en dicho
evento con “El Gusto por el Son”7
en la comunidad de La Parotita, en donde conocimos a don Guillermo Santoyo
Díaz, el “Guiso”, quien al oír la música de tabla, empezó a bailar con un
estilo particular. Luego de visualizar los pasos de baile, nos acercamos para
hacerle unas preguntas acerca de la tradición, con gusto contestó algunas cosas
y mejor aún, nos hizo la invitación a una fiesta que tendría con su familia dos
semanas después en El Cirián para tocar y observar dicha convivencia.
Imagen 3. Familia Santoyo Díaz.8
La familia Santoyo aprendió a bailar jarabes, palomos, panaderos, enanos, raspa y demás sones y
gustos a su llegada a la comunidad de El Cirián; don Guiso nos plática que fueron los “Zurdos” quienes
enseñaron estos bailes a la familia. Dicho conjunto era apodado de esta manera
puesto que los tres músicos eran zurdos: Miliano y Fidel Arreola, el primero al
violín y el segundo con la armonía, y don Norberto Villa en el tololoche.
Ulises Salazar Rosales: ¿Qué bailes había?
Porfirio Santoyo Díaz: No pus había hartos [sic]… estaban la raspa,
el palomo y los panaderos… había una que le llamaban la botella.
Florencio Santoyo Díaz: Eso sí, todo mundo a bailar… todos bailaban.
USR: ¿Y los jarabes?
FSD: Pus esos eran… luego entre cantada y cantada se
echaban esos.
USR: ¿Y a esos como les decían?
FSD: Pus así nomás… por su nombre.
USR: ¿Cómo decía el palomo o cómo iba?
Guillermo Santoyo Díaz: Mira… se debían de echar primero el jarabe… el jarabe así como lo echaron9; más o menos como a la
mitad, y ahí entonces va el verso. Le echan unos tres cuatro versos y ya luego
le dicen un verso que dice:
Señores y
señoritas,
un favor les voa [voy] pedir,
no se olviden del palomo,
ques [que es] el que no hace r[e]ír.
María Cruz Santoyo Díaz: Sí pues… jarabes y luego los panaderos. Cuando se terminaba el jarabe
luego la gente les pedía el palomo.
Don Guiso y don Matías,
preguntaron a los músicos que si sabían el palomo,
Víctor Pedraza el del violín, contestó que “poquito”; aun así, don Guiso lo pidió pues querían oírlo y poco bailarlo.
Enseguida empezamos a hacer preguntas acerca del baile, Arely Liliana Padilla
García preguntó: —“¿ese cómo se bailaba?”, y don Porfirio contestó: —“si
quieren yo los enseño”. Los músicos tocaban el palomo y Arely y don Porfirio lo
bailaban.
Imagen 4. Liliana, don Porfirio y el palomo.10
La familia Santoyo y demás asistentes comenzaron a cantar
coplas del palomo en el momento en el que se ejecutaba el baile. A
continuación, anoto un par de versos del palomo documentados en el Cirián.
El palomo.
[Cantando:]
Qué bonito, qué bonito es el palomo,
cuando lo, cuando lo bailan de noche;
que hasta las, que hasta las muchachas dicen,
alarguen, alárguenle no le moche.
¡Den la vuelta y vámonos!
[Cantando:]
El palomo y la paloma
se fueron los dos a misa,
la paloma reza y reza
y el palomo risa y risa.
¡Da la vuelta y vámonos!
Imagen 5. Transcripción musical, el palomo. 11
Enseguida, los Santoyo también preguntaban por uno de los
sones de juego quizá más característicos de las diferentes regiones de la
Tierra Caliente y especialmente en los Balcones, los
panaderos. Dicho baile inicio como muestra de manifestaciones seculares
en fandangos realizados a escondidas de las autoridades religiosas del siglo
XVIII y XIX. Según señala Masera, los panaderos fueron enseñados a un puñado de
sujetos de Celaya para el regocijo, la diversión y las malas costumbres por una
mujer procedente de Valladolid en 1779 (2005). En este sentido, el baile de los
panaderos tenía que ver con una metáfora entre el pan y
el apetito de amasar el pan, es decir, con el
acto sexual.
Luego de casi dos siglos, la función ha cambiado, en la
actualidad no nos referimos este baile como un precursor de la forma sexual,
sino más bien como un son que funge como elemento de integración entre los
asistentes, ya que en sus versos señala órdenes, tareas y castigos para los
bailadores, donde en ocasiones y como menciona don Guillermo, las “sanciones”
van desde, que el bailador realice otros bailes de juego como la raspa, los
enanos o cualquier otro son, pero repicadito para
cansarlo; hasta los versos picantitos que mandan
al bailador realizar cuanta cosa desee el cantador, por ejemplo: bailar de
pancita, de rodillas, de codos y hasta sentados dando “brinquitos” sobre la
tabla.
Entre los poblados de la Tierra Caliente del
Tepalcatepec, los panaderos se utilizan para inaugurar el baile de tabla y
fomentar la integración para después arrancar con los jarabes (Masera, 2005).
En la región, el baile de los panaderos se incluía en los jarabes considerados largos, que regularmente eran en los que aparecían
otros sones de juego en los contrajarabes, por mencionar, la sarna y el caballo. Enseguida, se anota un ejemplo:
[Cantando:]
¿Dónde estabas “nombre
local/apelativo12”?
que fueron a encontrar/jallar [sic].
Que me lo dejen solito/hay déjenmelo solito,
que lo quiero castigar.
Imagen 6. El baile de los panaderos.13
El jarabe, sabemos que es un género músico, lírico y
dancístico que se encuentra disperso en una amplia zona geográfica del país, en
donde cada región se le imprime una variante particular, resultado de distintos
factores, entre ellos, el número de secciones que este tiene. Para el caso que
nos ocupa, Mendoza define la estructura del jarabe como un tipo de suite que incluye varias partes o piezas, a las que
describe como los elementos constitutivos en su mayoría en compás de 3/4 (1984:
8); efectivamente, el jarabe de los Balcones está
compuesto por diversas secciones que se pueden combinar de manera aleatoria,
con lo que las posibilidades son prácticamente infinitas, en donde
estrictamente no sería las misma ejecución, es decir, cada vez se toca un
jarabe, en cualquier sección, el músico puede interpretar una pieza u otra,
manteniendo definida que parte es la que toca. En el jarabe se salmodia con
diferentes entonaciones de los versos, utilizando distintas métricas en su
composición, pudiendo ser: copla, redondilla, quintilla, sextilla, y hasta
décima; usualmente, los temas se relacionan con la fiesta, con los festejados o
los asistentes, cuyo carácter puede ser lírico, satírico o reflexivo.
Por otro lado, luego la conformación del jarabe como
género musical, lírico y bailable, a mediados del siglo XIX, eran cinco los
aires nacionales que lo incluían, se trataba de: “el palomo”, “el atole”, “los
enanos”, “el perico” y “la diana” (Mendoza, 1984: 74). En los Balcones de la
Tierra Caliente, el jarabe está constituido también por cinco secciones: entrada, jarabe o jarabeado, paseo o jarabe corriente, verso y
contrajarabe.
La entrada del jarabe es
una sección “pequeñita”, puede estar compuesta por una estructura musical
definida, o bien, una partecilla de un son local. Cabe mencionar que existen
jarabes en donde no se incluye la entrada, empezando entonces en la sección
siguiente llamada, jarabe o jarabeado, incluso
hay también los que inician con el jarabe corriente,
por mencionar alguno, el jarabe que interpretaban los Hermanos Peñaloza de
Turicato, cual inicia con el jarabe corriente.
En los Balcones de la Tierra Caliente, la entrada de
jarabe que puede considerarse entre las más comunes, se desarrolla en compás de
6/8 con modulaciones rítmicas a ¾. Mendoza, por su parte menciona que la
entrada del jarabe era conocida “sinfonía” (1984). Algunos escritos mencionan a
la sinfonía como un “trozo” instrumental que se
incluía en distintos géneros, en la mayoría fungía como pieza de inicio. En la
valona por ejemplo, la sinfonía se trataba de un fragmento tonulante que servía
para dar variedad de entonación a la declamación de la décima.
[…] la valona cristalizó con mayor vigor, cuando la
animación y el entusiasmo han alcanzado el clímax; entonces viene la sinfonía y se deja oír el grito penetrante que sirve
de anuncio: el ¡ay! que precede de la planta, cuyos versos dan razón del motivo
que origina la fiesta: onomásticos, boda o bautizo, y los concurrentes prestan
todos atención. (Mendoza, 1984: 92)
En algunos sitios de la Tierra Caliente de Michoacán,
pero especialmente en el sur de Jalisco, la entrada del
jarabe es mejor conocida como “sinfonía” por
los músicos de tradición. Chamorro retoma anotaciones de Lavalle (1988) al
mencionar que la sinfonía es un movimiento instrumental que funge como pieza de
entrada del jarabe, caracterizado principalmente en el jarabe jalisciense
(Chamorro, 2006: 49).
En esta sección, la estructura musical no se encuentra
definida, pues cualquier movimiento instrumental para jarabe es bienvenido, de
hecho, existen jarabes en los que se usan secciones musicales del contrajarabe,
empleados aquí como el jarabeado. Como se
menciona líneas atrás, el jarabe está compuesto por una serie de elementos
distintivos que hacen del jarabe, un género muy dinámico; anteriormente en su
ejecución, no había jarabe que se repitiera, puesto que las secciones empleadas
por los músicos eran indefinidas en su colocación, es decir, el violinista
tocaba el jarabeado que primero recordara, incluso había quienes lo
improvisaban de su “cosecha”, que más bien era preparado con anticipación en su
hora de estudio, para en el fandango tocar un jarabe con jarabeado propio. En la actualidad, la mayoría de los
jarabes fueron estereotipados, definiendo el número de secciones y cuál
jarabeado, verso y contrajarabe se debe interpretar.
Por otro lado, en algunos lugares de la Tierra Caliente, el jarabeado es conocido como el jarabillo o zapateado;
por ejemplo, en el jarabe ranchero, el jarabillo es la tercera parte
instrumental del mismo, aunque más acelerada que las otra dos anteriores. En
esta parte, los bailadores mediante rápidos “brinquitos” y zapateados ejecutan
la pieza de manera alegre y constante (González, 2009).
La sección que desencadena el jarabeado es conocida como paseo o jarabe corriente, y en algunos casos, como descanso. El jarabe corriente
es la sección en donde se realiza la variación rítmica más notoria de este
género; se identifica con un compás rítmico inicial de 4/4 y modula
inmediatamente a un compás de 3/2. En esta parte, la estructura melódica sí es
definida, aunque con diferentes variantes.
Describiendo al jarabe corriente o
paseo, Mendoza menciona al paseo como un verdadero pasacalle (1984: 77);
González lo sostiene refiriéndolo como la supervivencia del pasacalle barroco, que era un intermedio acorde en una
danza. Se puede indicar que la función que el paseo cumplía en el barroco y la
que cumple en el actual jarabe es prácticamente la misma (2009: 167).
Por otro lado, Campos describe al
descanso como el momento de intercambio de lugar entre los bailadores,
para nuestro caso, este intercambio se realiza más bien durante el verso del
jarabe, pero que comienza en esta sección.
[…] el descanso no era la suspensión de movimiento, sino
una atenuación donde la china terciaba garbosamente su rebozo […] el galán
cruzaba diagonalmente la escena para cambiar de lugar según lo describe el
ritual del baile […] (1928: 58)
Enseguida, en la tesis doctoral de Elvira Carrión se
menciona una “corriente” o
“el courante”, se trata de una danza realizada en compás ternario que
originalmente debía mantener un carácter noble y serio a su vez. Probablemente,
nuestro jarabe corriente tiene parentesco con la
courante española del siglo XVII, puesto que en esta sección también se
desencadenan una serie de movimientos de ida y venida, como lo cita Carrión. En
nuestro caso, durante el jarabe corriente los
bailadores realizan movimientos continuos, aunque menos expresivos hacia los
lados. La autora describe la corriente o el courante
como:
La corriente es una danza llamada así, a causa de las
idas y venidas, marchas y contramarchas que realizan los danzantes, en su
origen tenía un carácter grave, noble y serio, aunque con el tiempo se le
fueron introduciendo saltos y alejándola de su forma inicial […] se llama del
mismo modo el Courante; era una danza muy común en la corte francesa en la
época de Luis XIV. (Carrión Martín, 2017: 159)
Posteriormente aparece la sección donde los músicos,
bailadores o asistentes en general pueden echar el verso del jarabe. En esta
sección no se toca, permitiendo salmodiar o cantar el verso con diversas
entonaciones que pueden estar definidas por la interpretación de un jarabe
mismo, o bien como en el pasado, ser improvisados en el contexto con temas
relacionados a la fiesta, a los festejados y a los asistentes, con un carácter
lírico, sarcástico o reflexivo. La improvisación de los versos en los Balcones
se mantiene hasta la actualidad, aunque no tan viva como en otras zonas del
país.
La mayoría de los versos empleados en el jarabe usan un
tipo de estrofa llamada copla; se trata de cuatro versos octosílabos con rima
asonante en los versos pares solamente (2do y 4to), quedando sueltos los versos
impares (1ro y 3ero). Aunque en realidad la métrica de los jarabes de los
Balcones es diversa, antiguamente se versaba con redondilla, quintilla,
sextilla y hasta la décima.
De Tierra Caliente vengo
sombreando en los arbolitos;
nomás por venirte a ver
lo negro de tus ojitos.
(Copla de jarabe de los
Balcones de la Tierra Caliente)
Por aquellos peñascales
y sus hermosos sombríos,
me puse a pensar mis males
y a soñar mis desvaríos.
(Redondilla de jarabe de
los Balcones de la Tierra Caliente)
Andándome yo paseando,
me encontré una mujer sola.
Me dijo cuanto me gustan,
los tiros de su pistola;
si quieres los venderemos,
pa´ darle gusto a la bola.
(Sextilla de jarabe de los
Balcones de la Tierra Caliente)
Por otro lado, cuando se finaliza el verso del jarabe se
debe agregar un característico: ¡ándale!, ¡ándale pues!, ¡ay!, ¡ay pues!, ¡eh!,
que pertenece a los versos de la región y como se dijo líneas arriba, las
entonaciones que se emplean al cantarse es variada y prácticamente tienen que
ver con el gusto de quien lo cante. Por mencionar:
Antenoche fui a tu casa,
tres golpes le di al candado ¡he!
no estas buena para amores,
tienes el sueño pesado. ¡He!
(Crescenciana Borja Espino†, jarabe en Sol)
Una rosa de Castilla,
se me deshojo en un plato.
Como quieres que te olvide,
si aquí traigo tu retrato. ¡Ándale!
(Los Capoteños, jarabe en Sol)
Se debe decir también, que es en esta sección donde las
parejas de bailadores realizan una mudanza, es
decir, cuando se oye cantar el verso del jarabe, inmediatamente quien se
encuentra bailando, intercambia de lugar; el bailador se muda al lugar donde se
encontraba su pareja de baile, quedando de esta manera cada uno en el lugar
opuesto.
Imagen 7. La mudanza en el jarabe.14
La última sección del jarabe de los Balcones de la Tierra
Caliente, es el contrajarabe. En esta parte la
estructura melódica no está definida, pudiendo ser empleada cualquier pieza que
los músicos acostumbren para su ejecución —gustos, canciones, en su mayoría
sones— en distintos momentos en el contrajarabe se usan sones de juego, entre
los cuales destacan: los enanos, la raspa, los panaderos
y la botella. Como contrajarabe de la región podemos reconocer las
siguientes músicas: las muchachitas casadas, el caballo,
el pitoreal, la bola, la feria y el palomo, este último también se usaba
como salida.
Don Guillermo Santoyo, en la comunidad de El Cirián fue
quién indicó que el palomo era una pieza que, en su mayoría, fungía como de
salida y dependía del verso que se improvisara para poder ser interpretado; en
ocasiones se pedían sones y otras veces canciones. Por otro lado, la feria era un son que se interpretaba con mayor
costumbre en el sur de Jalisco en los inicios del siglo XX, luego se incorporó
como tercera parte en El verdadero jarabe Tapatío
de José de Jesús Martínez en 1913. Enseguida, don Francisco Sánchez Flores
realizó una compilación de sones y jarabes del lugar, en donde incluyó este son
[la feria], como
una sección de la versión de su jarabe en que aludía a la invitación a su
compañera para realizar movimientos de baile, además de ser uno de los sones
más gustados en la región; posteriormente dicha compilación fue entregada a
Josefina Lavalle para la publicación de su libro acerca del jarabe de Jalisco.
Enseguida se anota la feria:
Si quieres vámonos te llevaré;
si quieres vámonos te llevaré;
a ver aquello no no,
a ver aquello si si,
a ver aquello no no,
a ver aquello que es purito amor.
(Lavalle, 1988: 123)
En los Balcones de la Tierra Caliente todavía se reconoce
la feria como parte de los versos del
contrajarabe, interpretado por un conjunto familiar con una antigüedad de no
menos de 160 años de tradición, llamado Los Capoteños; quienes interpretan un jarabe
en Sol Mayor, en donde en la primera
“vuelta” del jarabe, aparece la feria como el
contrajarabe, cual dice:
Si quieres vámonos,
si quieres vámonos,
si quieres vámonos, te llevaré
y a ver a qué,
y a ver a qué,
y a ver aquella que está por allá.
(Los Capoteños, Jarabe en Sol)
Para concluir de debe hacer referencia a la
extensión-duración del jarabe de las Balconerías, don Martín Arreola relata que
él tocaba jarabes considerados largos y otros cortos. Los primeros son aquellos
que debían ser bailados por una sola pareja de inicio a fin y hasta que
terminara el jarabe podían salir de la tabla; a estos se les conocía como jarabes completos o jarabes por
pieza y constaban de tres versos o vueltas, es decir, eran aquellos en
dónde se interpretaban las secciones (entrada, jarabeado,
jarabe corriente, verso y contrajarabe) únicamente tres veces.
Ulises Salazar Rosales: ¿Cuántas partes había en una pieza de jarabe?
Don Martín Arreola: Tres jarabis [sic]… eran tres los que se
bailaban por pieza; dos personas en la tabla, una bailadora y un bailador, y
los demás lo bailaban en el suelo.
De igual manera podía haber jarabes largos, cuáles constaban
de hasta de siete veces la interpretación de las secciones, en dónde la
secuencia, la velocidad y la duración que cada sección tuviese, tenía que ver
con el gusto y la destreza del violinista, quién además debía atender la
capacidad y condición de los bailadores (González, 2009). Don Martín señala que
cuando los jarabes largos se tocaban, era porque
salía una buena pareja de bailadores quienes se animaban a terminarlo, o en su
caso como en la región de Turicato a “relevar” el baile, dicho de otra manera,
el bailador o la bailadora después de interpretar sus mejores pasos, podrían
bajar de la tabla solo en caso de que otro bailador lo relevara, esto para no
dejar sola la tabla hasta que finalizara el jarabe.
Así pues, la dinámica del jarabe en las Balconerías es
repetir cada sección de manera ordenada, claro, mientras haya bailadores en la
tabla, de lo contrario el jarabe finaliza. La salida del jarabe puede darse en
la sección del verso con una copla establecida como el jarabe en Sol Mayor de
Los Capoteños, cual dice: —Si ya se cansaron/como no se
sientan, adiós, aunque esta forma de terminar también corresponde para
aperturar una posible contestación por parte de alguno de los asistentes,
indicado por el que fungiera como pie forzado —en este caso sería el verso en
mención— y empleando formas poéticas como la copla, redondilla o sextilla.
Pongo por ejemplo, cuando el jarabe va terminar, los
músicos cantan: —“Si ya se cansaron/como no se sientan”, y alguien entre los
asistentes no espera que termine por lo que realiza la improvisación de las
líneas faltantes en el verso, dando la contestación a la salida, el jarabe
entonces continúa. La salida del jarabe también puede ser con una pieza
solicitada en el verso, el palomo es un ejemplo,
aunque también puede finalizar en la sección del paseo, sin que éste llegue a
la parte del verso del jarabe.
Carrión Martín, Elvira. (2017). La
Danza en España en la Segunda Mitad del Siglo XVIII: El Bolero. Murcia,
España: Universidad de Murcia, Facultad de Letras.
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de la Música Tradicional de México. México: Universidad Nacional
Autónoma de México.
1 Don Juan Valdivia Arreola†, violinista y
jarabero nacido en Plan de la Cárcel, San Juan de Viña, municipio de Tacámbaro
el 24 de marzo de 1925.
2 Músico ejecutante de jarabes radicado en vida en
la comunidad de Las Joyas Altas, mpio de Tacámbaro. Según don Luis Díaz, la
familia de don Domingo aún conserva uno de los instrumentos viejos empleados en
la ejecución del jarabe hasta los años 70´s, la chachalaca.
3 Transcripción realizada por Ulises Salazar
Rosales, 2019. Se advierte al lector que las alturas y la rítmica están sujetas
a variaciones en la ejecución real de la transcripción musical, por factores de
afinaciones y estilos de cada ejecutante.
4 También llamada guitarra
sétima entre los pueblos locales. Instrumento cordófono de clavijas de
madera con once cuerdas, unas de tripa y otras de metal acomodadas de la
siguiente manera: 1ra, 2da y 3era eran cuerdas sencillas de las que nombraban
primas. La 4ta, 5ta, 6ta y 7ma son dobles (Hernández, 2008). Durante el siglo
XIX, fue empleada para ejecución de la música “culta”, aunque en las
comunidades se usaba para la alegrar los convites realizados por motivos
populares.
5 Instrumento llamado también chachalaca, se trata de un cordófono de nueve cuerdas
de acero 1era, 2da, 3era y 4ta eran cuerdas dobles y la 5ta era cuerda sencilla
(Hernández Vaca, 2008). A raíz de la industrialización parachénse fue
desplazada entre los conjuntos musicales por otros instrumentos, principalmente
por la vihuela mariachera.
6 ranscripción realizada
por Ulises Salazar Rosales, 2019. Se advierte al lector que las alturas y la
rítmica están sujetas a variaciones en la ejecución real de la transcripción
musical, por factores de afinaciones y estilos de cada ejecutante.
7 Agrupación formada
por Víctor Agustín Pedraza Vela y Ulises Salazar Rosales en Tacámbaro el 25 de
agosto de 2012, dedicada a la interpretación musical de la Tierra Caliente.
8 Fotografía tomada por Ulises Salazar Rosales,
El Cirián, 2019. De izquierda a derecha: María Cruz de 77 años de edad,
Porfirio de 63 años de edad, Florencio de 74 años de edad, Alejandra de 54 años
de edad. En la parte de arriba, izquierda a derecha: Guillermo “El Guiso” de 70
años de edad y Matías de 72 años de edad.
9 Refiriéndose al jarabe que interpretó “El
Gusto por el Son” en el baile de tabla al que se invitó. El Cirián, 10 de
noviembre de 2019.
10 Fotografía tomada
por Ulises Salazar Rosales, El Cirián, 2019.
11 Transcripción realizada por Ulises Salazar
Rosales, 2019. Se advierte al lector que las alturas y la rítmica están sujetas
a variaciones en la ejecución real de la transcripción musical, por factores de
afinaciones y estilos de cada ejecutante.
12 Don Guillermo cuenta que, a la hora de echar
los versos, a las personas que subían a bailar la tabla se les agregaban
nombres de flores locales para las mujeres y apelativos o nombres de animales
para los hombres, dando como resultado la diversión de los asistentes en el
fandango.
13 Fotografía tomada
por Ulises Salazar Rosales, El Cirián, 2019.
14 Fotografía tomada por Ulises Salazar Rosales
para ejemplificar la mudanza del jarabe, Tacámbaro, 2019.