El interés por que las indias nobles profesaran como religiosas se dejó ver desde que comenzó el periodo virreinal, pero fue en el siglo xviii cuando se fundaron tres conventos exclusivos para ellas: el Corpus Christi en la ciudad de México (1724), el de Nuestra Señora de Cosamaloapan en Valladolid (1737), y el de Nuestra Señora de los Ángeles en Antequera, Oaxaca (1782). Para que estas fundaciones se concreten varios sectores de la sociedad unieron esfuerzos: personajes civiles y religiosos gestionaron ante las autoridades y el Rey, y pobladores donaron dinero, terrenos y templos, entre otras cosas.